domingo, 27 de junio de 2010

"En Navidad de 1606, la corte recibió como obsequio El rey Lear. Resulta difícil considerar la pieza un entretenimiento festivo, y uno se pregunta qué pensó de ella la reina Ana, tan amiga del disfrute. O, por ejemplo, el propio rey Jacobo, aunque debió de parecerle que la enloquecida fantasía de Shakespeare sobre la ingratitud suscitaba ecos en su interior. El tema del respeto a un soberano por derecho divino se proclama ya en la primera escena en voz suficientemente alta, pero Lear se parece demasiado a Jacobo en desear la adulación empalagosa más que la verdad lisa y llana; el rechazo de la honradez es el origen de su tragedia."
Anthony Burgess: Shakespeare. Ediciones Península, Barcelona, 2006, pág. 192.

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