"Las sombras negras de LOS SEPULTUREROS -al hombro las azadas lucientes- se acercan por la calle de tumbas.
EL MARQUÉS: ¿Serán filósofos, como los de Ofelia?
RUBÉN: ¿Ha conocido usted alguna Ofeila, Marqués?
EL MARQUÉS: En la edad del pavo todas las niñas son Ofelias. Era muy pava aquella criatura, querido Rubén. ¡Y el príncipe, como todos los príncipes, un babieca!
RUBÉN: ¿No ama usted al divino William?
EL MARQUÉS: En el tiempo de mis veleidades literarias, lo elegí por maestro. ¡Es admirable! Con un filósofo tímido y una niña boba en fuerza de inocencia, ha realizado el prodigio de crear la más bella tragedia. Querido Rubén, Hamlet y Ofelia, en nuestra dramática española, serían dos tipos regocijados. ¡Un tímido y una niña boba! ¡Lo que hubieran hecho los gloriosos hermanos Quintero!
RUBÉN: Todos tenemos algo de Hamletos.
EL MARQUÉS: Usted, que aún galantea. Yo, con mi carga de los años, estoy más próximo a ser la calavera de Yorik.
UN SEPULTURERO: Caballeros, si ustedes buscan la salida, vengan con nosotros. Se va a cerrar.
EL MARQUÉS: Rubén, ¿qué le parece a usted quedarnos dentro?
RUBÉN: ¡Horrible!
EL MARQUÉS: Pues entonces sigamos a estos dos."
Ramón del Valle-Inclán: Luces de Bohemia. Escena decimocuarta. Espasa Calpe, S. A., Colección Austral, Madrid 1980, págs. 129-130.
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