jueves, 17 de junio de 2010

"Si podemos considerar como punto de partida de esa obra una acerba contienda entre dos familias muy conocidas por Southampton, también tendremos motivos para pensar que lo que llevó al nacimiento de El Mercader de Venecia fue un encono más público en el que se vio implicado el mismo Southampton, aunque sólo de manera indirecta. En la primavera de 1594, el conde de Essex, que en opinión de Southampton no podía equivocarse, acusó formalmente a un tal doctor Roderigo López, judío portugués y médico de la corte, de haber conspirado con algunos agentes españoles para envenenar a la reina. Tras aquella acusación se ocultaba un historial de hostilidad y encono de naturaleza puramente personal. López tenía buenos contactos en Portugal; Portugal era vecino de España; y Walsingham, como jefe del servicio secreto, había encontrado en López un agente muy fiable para centrar la información que iba y venía de los espías ingleses en la Península Ibérica. Tras la muerte de Walsingham en 1590, Essex siguió aceptando los servicios de López. Essex consideró un recurso útil para congraciarse con la reina aquella posibilidad de suministrarle a modo de presente personal algún que otro retazo de información llegada de España a través de Portugal. Pero López, más leal a la reina que a Essex, informaba antes a aquélla que a éste. Cuando Essex se acercaba radiante al trono con noticias recientes de la Península Ibérica, la reina podía decirle que ya lo sabía. Essex odiaba a López por su doble juego y resolvió vengarse.
·····Encontró una oportunidad cuando un hombre llamado Tinoco confesó que él y otro individuo de apellido Ferrara habían sido enviados a Inglaterra para convencer a López de que trabajase en favor de la cuasa española, y que éste había aceptado del rey de España una valiosa joya en prenda de buena voluntad. López fue detenido e interrogado, pero después de una búsqueda exhaustiva en todos sus papeles privados, no se pudo encontrar nada incriminatorio. La reina, entonces, acusó a Essex de intención dolosa y le retiró su favor. Essex se enfureció y dedicó el invierno de 1593-94 a montar contra López una acusación tan verosímil que hiciera intervenir al fiscal general. López fue acusado formalmente en el Guildhall a finales de febrero de 1594, y el jurado, impulsado tanto por un prejuicio antisemita como por pruebas reales, le declaró culpable de conspirar contra la vida de la reina. López, y con él Tinoco y Ferrara, fueron sentenciados a morir en la horca y a ser descuartizados en Tyburn. Hubo algún retraso en la ejecución de la sentencia -la reina seguía abrigando dudas sobre la culpabilidad de su 'monito', como llamaba a López- y el gran entretenimiento público de la triple carnicería no se ofreció hasta junio.
·····Podemos imaginar la euforia infantil de Southampton por la victoria de Essex sobre su reina y su enemigo -una euforia que a Shakespeare le resultaría de muy mal gusto. La motivación tras todo aquel asunto nauseabundo no era tanto la devoción de la soberana cuanto un afán personal de venganza. La crueldad de la ejecución quedó recalcada por la carcajada general que estalló cuando López, con la soga al cuello y mientras el cuchillo del verdugo rielaba al sol, juró que amaba a la reina tanto como a Jesucristo, una declaración ambigua en boca de un judío. Essex y los suyos debieron de hallarse allí para presenciar la carnicería de aquel hermoso día de junío entre los abucheos y las risas de los ciudadanos que llevaban sobre sus hombros a niños que comían frutas escarchadas -un buen día de esparcimiento al aire libre, con espectáculo gratis-. Pensamos que Shakespeare no estuvo presente. Pero no dejó de explotar el resentimiento general contra los judíos escribiendo una obra en la que el villano es uno de ellos, pero no como traidor, sino como usurero."
Anthony Burgess: Shakespeare. Ediciones Península, Barcelona, 2006, págs. 114-116.

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