sábado, 31 de julio de 2010

"Marlowe es más cruel que Shakespeare. En su obra no hay compasión ni piedad para las víctimas, que son privadas también de sus últimos vestigios de humanidad. Las cabezas cortadas son como desventuradas gallinas empollando una traición.
·····La crueldad de Marlowe no es desinteresada. Dedica tres de sus obras a describir otras tantas religiones: islamismo, judaísmo y cristianismo. En Eduardo II lucha cuerpo a cuerpo con una cuarta religión, una religión contemporánea: la monarquía, el poder por la gracia divina. Eduardo II es como una obra histórica de Shakespeare que hubiese sido reducida a la sustancia, sin una muestra de compasión o de indulgencia por parte del mundo. El Gran Mecanismo se presenta completamente al desnudo. El rey es un bufón temerario, cínico, cobarde, débil. No es ni siquiera cruel; lo que pasa es que tiene caprichos crueles. La reina tiene algo de mujer amorosa y de vulgar ramera. Incluso la corona está exenta de nobleza. Es como un disco de oro que los señores feudales intentan robarse unos a otros. Todos ellos están manchados de barro; las amantes del rey y los amantes de la reina. Esa obra de Marlowe nos impresiona todavía por las enormes dosis de odio que contiene. Eduardo II reza mientras agoniza. Tendría que haber muerto como Marlowe, blasfemando.
·····Comparado con Marlowe, Shakespeare parece no sentir odio. Él concede momentos de humanidad incluso al rey."
Jan Kott: Shakespeare, nuestro contemporáneo. Alba Editorial, Barcelona, 2009, pág. 452.

No hay comentarios:

Publicar un comentario