martes, 20 de julio de 2010

"Titania se despierta y ve a su lado a un palurdo con cabeza de asno. Ha pasado la noche con él. Ahora ya es de día. Ya no se acuerda de su deseo. Ya no se acuerda de nada. Ya no quiere acordarse de nada.
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Titania: ¡Ah, mi Oberón, he vivido una quimera!
·························Soñé que estaba enamorada de un asno.
····················Oberón: Ahí está tu amor.
····················Titania: ¡Ah! ¡Qué habrá pasado?
·························Ahora me horroriza su semblante.
········································(El sueño de una noche de verano, IV, i)
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Por la mañana todos se sienten avergonzados: Demetrio y Hermia, Lisando y Helena. Incluso Fondón. Tampoco él quiere reconocer su sueño.
He tenido un sueño, y no hay ingenio humano que diga qué sueño. [...] Soñé que era... No hay quien lo cuente. (El sueño de una noche de verano, IV, i)
Es un violento contraste entre la locura amorosa que libera la noche y la censura del día, que obliga al olvido. Shakespeare parece estar muy por delante de su tiempo. El concepto 'la vida es un sueño' carece aquí del misticismo que tendrá en el barroco. La noche es la llave del día.
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Somos de ls misma materia
····················de la que están hechos los sueños.
········································(La tempestad, IV, i)
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Jan Kott: Shakespeare, nuestro contemporáneo. Alba Editorial, Barcelona, 2009, págs. 306-307.

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