sábado, 17 de julio de 2010

"Otelo mata a Desdémona para salvaguardar el orden moral. Para que el amor y la fidelidad rotrnen al mundo. Mata a Desdémona para poder perdonarla; para saldar sus cuentas y para que el mundo recobre su equilibrio. Otelo ya no bvalbucea. Pretgende desesperadamente salvar el sentido de la vida, el sentido de su vida, quizá incluso el sentido del mundo.
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····················Escribid todo esto,
····················y también que en Alepo, una vez
····················en qe un turco impío y de altivo turbante
····················pegó a un veneciano e infamó a la República,
····················yo agarré por el cuello a ese perro circunciso
····················y le herí así.
················································································(Otelo, V, ii)
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Sin embargo, la muerte de Otelo no puede salvar nada.
Jan Kott: Shakespeare, nuestro contemporáneo. Alba Editorial, Barcelona, 2009, pág. 180.
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[Nota: La muerte de Desdémona, como la mayoría de las que ahora me vienen a la cabeza, son muertes conceptualmente (dramatúrgicamente) necesarias. Las ideas vencidas son ideas muertas. En el caso de Otelo, sin embargo, la metófra es tal vez más fuerte: Desdémona muere para que pueda demostrarse la verdad... que es en torno a al concepto de verdad sobre lo que gira la entera estructura dramatúrgica de Otelo.]

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