"Ricardo III posee, en la visión que Shakespeare ofrece de él, una espléndida inteligencia. Carece de ilusiones; sólo miente a los demás, nunca a sí mismo. Se gana nuestras simpatías, incluso en contra de nuestra voluntad. Al menos no podemos despreciarles. Maquiavelo resultó ser uno de los principales inspiradores del teatro político. Gracias a él, grandes tiranos se convirtieron en seres peligrosamente inteligentes: no tenían sólo asesinos a su servicio, sino también una filosofía de la historia y de la acción. Ricardo III es un príncipe maquiavélico."
Jan Kott: Shakespeare, nuestro contemporáneo. Alba Editorial, Barcelona, 2009, págs. 448-449.
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