miércoles, 14 de julio de 2010

"Robert Speaight se preguntaba, en sus reflexiones sobre Otelo, dónde consumó la pareja su matrimonio. ¿Fue en Venecia o en Chipre? ¿Ocurrió aquella noche en que Yago emborrachó a Casio? Esta pregunta puede parecer absurda si se aplica a una tragedia de Shakespeare, que como es habitual posee dos cursos temporales de acontecimientos y en la que se produce una síntesis de motivos. Pero quizá porque Shakespeare nunca se olvida de los motivos, la pregunta toca una zona oscura de la relación ente Otelo y Desdémona. Otelo se comporta como si se encontrara con una Desdémona diferente de la que esperaba. 'Si tan joven ya sabía sacar esa apariencia.' (Otelo, III, iii). Es como si le sorprendiera y asustara la explosión de los sentidos de la chica que hace poco oía sus historias con la mirada baja.
·····Desde la primera noche Desdémona se sintió amante y esposa. 'Su cama será su escuela, su mesa, su confesionario' (Otelo, III, iii).
·····El erotismo es su vocación y su alegría; y para ella, el erotismo y el amor, el erotismo y Otelo son la misma cosa. Para ella Eros significa claridad; pero, para Otelo, Eros es una trampa. Parece que después de la primera noche se perdiera en la oscuridades donde el amor y la envidia, el deseo y la repugnancia fueran indisociables.
·····A medida que Desdémona se entrega cada vez con mayor violencia al amor, más se convierte a los ojos de Otelo en una ramera; eso es lo que fue, lo que es y lo que siempre será. Cuanto más la desea, cuanto más la ama, con mayor facilidad cree que puede o pudo haberle sido infiel.
·····[...] Desdémona es una víctima de sus propias pasiones. Su amor testifica contra ella y no a su favor. El amor la lleva a la perdición."
Jan Kott: Shakespeare, nuestro contemporáneo. Alba Editorial, Barcelona, 2009, págs. 174-175.

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